Valencia, fútbol y otras cosas

domingo, 29 de noviembre de 2015

Los siete años de abundancia, de Etgar Keret

En mi primera aproximación a Etgar Keret lo que más destaco es su sentido del humor: directo, afilado, libre de compasión.Los siete años de abundancia se compone de breves relatos autobiográficos, o crónicas ficticias, como se prefiera. No deja de contarnos anécdotas, situaciones vividas, recuerdos, pensamientos, o sentimientos; con una brevedad que corta como el filo de una navaja. Nos escribe acerca de su cotidianidad: la de un israelí burgués que hace cosas de burgueses; la de sus antepasados que tuvieron que huir de Polonia, su "segunda patria"; la de estar mentalizado de que en cualquier momento pueda perder la vida por la guerra; la de sus vivencias con su mujer, y en especial su hijo, Lev. Porque una vez concluido el libro, uno no puede evitar pensar que estos relatos, además de para alimentar su vanidad, están concebidos para homenajear a su hijo, apenas un niño del que se siente especialmente feliz de ser padre. Pese al dolor que transmiten algunas de sus páginas, siempre queda la sensación de que Etgar le quita peso a la trascendencia, añadiendo supuesta superficialidad que en realidad son dosis de cotidianidad y humor. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Gerard Damiano: el pornógrafo indie, por Paco Gisbert

Los de mi generación o las posteriores rara vez hemos concebido el cine porno como disciplina artística y ni mucho menos, intelectual. Vemos porno sólo para excitarnos, para liberar tensiones, como ayuda para obtener placer, para jugar. Pero hubo una época donde las películas porno se llamaban películas X y se exponían en cines, y en esa época, había directores que utilizaban el cine con sexo explícito como medio para expresar sus inquietudes vitales. Como relata Paco Gisbert en Gerard Damiano: el pornográfo indie, el propio Damiano fue uno de ellos. No es baladí el comienzo del libro, que pretende despejar cualquier atisbo de duda en la objetividad de lo que se nos cuenta, cuando hace mención a los episodios en los que figuras del cine de la talla de Sergio Leone y John Cassavetes se declaran admiradores, más todavía: deudores, de Gerard Damiano. Estamos avisados.

Gisbert hace un repaso vital de la figura de Damiano a partir de las obras del director del cine X; ya que como director comprometido intelectualmente con sus obras plasma sus ideas, pensamientos, inquietudes, experiencias, etc. a partir de éstas. El autor nos va desgranando detalles de la altura de los filmes de Damiano, haciendo valoraciones e interpretaciones, además de contarnos cómo se fraguaron, la elección actoral y en definitiva, la problemática para acometer los diversos proyectos que pretendía poner al cine X en el lugar que merece. Todo ello con el contexto de cada época perfectamente explicado -se nota que Gisbert es un conocedor y estudioso de lo relacionado con el cine X-. En el comienzo eran los loops y el video fue el final.

Una de las mayores virtudes del libro es que sin caer en la adulación o el panegírico, permite que el lector abra la mente hacia otro tipo de cine porno, que existió, para hacer otro tipo de valoraciones: porque quizá, según se nos cuenta, sea el cine como el que realizaba Gerry el que más se acerca a la vida real, sin la censura sexual a la que está expuesto la mayoría del cine convencional.

Una vez leído, aparte de entrarle al lector ganas de visualizar películas como Garganta profunda (Deepthroat), El diablo en la señorita Jones (Devil in Miss Jones), Memories within Miss Aggie, Skin-Flicks y un largo etcétera, resuenan en la cabeza nombres como Linda Lovelace, Georgina Spelvin, Annie Sprinkle o Moana Pozzi.

(Las actrices porno, al contrario que los árbitros de fútbol, sí que sabían escoger nombres ficticios).

Me temo que directores como Gerard Damiano y libros como éste de Paco Gisbert contribuyen a dejar patente la dignidad del cine X, y por añadidura, la dignidad de los que trabajan en el cine X. 

Si bien es cierto que el libro desprende un poso nostálgico: como diciendo: en el porno, cualquier tiempo pasado fue mejor (al menos a nivel artístico e intelectual). Aunque hay que tener en cuenta que, por lo que desprende el texto, hombres como Gerard Damiano fueron rara avis o minoritarios en la industria del cine X. (Ahora ni eso).