Valencia, fútbol y otras cosas

lunes, 28 de abril de 2014

La milonga del "fair play"

Como si de un cuento de hadas se tratara, donde cada cual encuentra en la vida a su príncipe azul o a la princesa de sus sueños, desde los altos estamentos del fútbol metieron por vía intravenosa la propaganda del fair play -traducción sui generis: juego limpio-, muy bonita sobre el papel pero vacía de contenido. Y muchos nos la creímos: incluido el Valencia. Se cubrió con un velo de misticidad, lo que unido a su sonoridad, hacía que cuando uno pensaba en el fair play lo hiciera en un juego ejemplar, impoluto, elegante; sin darnos cuenta que excepto para algunos genios, hay que mancharse las manos y rasgarse las vestiduras para luchar por conseguir las cosas que quieres, y que es más limpio utilizar todas las armas que estén a disposición sin salirse de un marco ético general. A su vez, coincidió con la soplapollez del jogo bonito y tiki-taka, invento para vender millones de periódicos y camisetas o para crear mayor número de debates estériles, por sostenerse en cimientos inexistentes. El tiki-taka era en sí mismo una cualidad, mantener la posesión era el summun de lo dionisiaco, lo máximo a lo que aspirar, independientemente de si se creaba peligro o se tenía plantilla para ello; la posesión estéril como sinónimo de fútbol ofensivo y espectacular cuando en realidad es todo lo opuesto: fútbol defensivo, fútbol-control que si se tiene mimbres para ello puede resultar demoledor, y si se poseen las mejores piezas, espectacular merced a ello (porque al final esta estrategia se basa en el desequilibrio individual, la superioridad técnica de tus futbolistas respecto a los del rival, la capacidad de decisión de cada futbolista por sí mismo integrada (o no) en un conjunto de individualidades estelares).

Al igual que la estafa propagandística del tiki-taka, la del fair play caló o se hizo calar, haciendo un daño considerable al fútbol, y como no, al Valencia. Creo poder afirmar que este ha sido otro de los factores que han convertido al conjunto che en pusilánime, perezoso, indigno, olvidadizo de sus raíces. No voy a hablar de lo que no sé ni he visto -el Valencia desde sus inicios-, pero sí de lo que he conocido, y es que el Valencia que hacía vibrar (y asimismo era capaz de luchar por títulos) tenía un carácter abrumador, no se dejaba pisotear ni chulear por nadie, no bajaba los brazos. El Valencia de los últimos lustros es justamente lo contrario. De ahí la importancia de la actual Europa League: puede ser el impulso para alzar el vuelo y volver a los orígenes que hacían a este club único y a sus aficionados sentirse orgullosos: personalidad, sacrificio, confianza, humildad, concentración, trabajo, exigencia. Es más fácil encontrar la unión y el camino en la victoria, de hecho, el Atlético de Madrid es ejemplo de ello. Está visto que aparte de luchar contra sí mismo y contra sus fantasmas, este club también tendrá que hacerlo frente a los árbitros* y los entes corrompidos que mandan y deciden. 

¿De dónde sale la malinterpretación del fair play? De los mandamases y de los voceros que se encargan de replicarlo sin atisbo de capacidad crítica. Porque para mí el fair play no es comportarse como un pánfilo e intentar no molestar a nadie. Eso es asocialidad. El fair play es dar todo lo que se tiene, jugar como si la vida dependiera de ello; con agresividad, con valentía, con arrojo, con inteligencia, con sacrificio, con carácter, con cojones, con vigor, con inteligencia, etc.; sin por ello actuar de mala fe ni de forma descontrolada, sucia, vil o suicida. Hay que transformar la parte referente al fútbol en el dicho que reza: "el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros". Hoy, como era esperado, los dirigentes de la UEFA, con sus panzas henchidas y sus sonrisas bobaliconas, han desestimado la alegación del Valencia por la injusta tarjeta amarilla que recibió Paco Alcácer y han premiado al equipo que hace bueno las bases sobre las que se sostiene el citado dicho. A no ser que suceda algo extraordinario Paco se perderá la vuelta de las semifinales. Esto es el fair play para los sátrapas vestidos de Armani que dirigen el fútbol europeo. Mientras sus estómagos y bolsillos sigan llenos... que siga girando la rueda.

Pese a todo no me resisto a soñar con la clasificación para la final de la Europa League, habrá que luchar contra viento y marea, pero sea cual fuere el resultado habrá merecido la pena.


Hoeman, Valencia a 28 de abril de 2014.


* Si no recuerdo mal: en uno de los títulos de Europa League en estos últimos años que consiguió el Atlético, también fue el árbitro determinante en la eliminación del Valencia, con un clamoroso penalti a Zigic que no fue pitado. Entre otras lindezas.

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