Valencia, fútbol y otras cosas

jueves, 19 de junio de 2014

Crónica-resúmenes de rondas eliminatorias de AF7 2014

CUARTOS DE FINAL


OPORTO-ATHLETIC


Fábio Silva (9) y el buen comportamiento defensivo-ofensivo del Oporto truncó el sueño del Athletic, que a mi juicio, es el equipo con el que uno más disfruta visionando los partidos. El Athletic comenzó el encuentro fiel a su estilo con un 1-3-3, sin mediocentro fijo, y con las líneas muy adelantadas y los jugadores muy abiertos; mientras el Oporto, sabedor de la ultraofensividad de los bilbaínos trataron de mostrarse muy serios defensivamente y salir a la contra, en especial con su punta Fabio, uno de los cracks del torneo. Defendían los portugueses en propio campo con 2 + 3, dejando a Fabio como isla-referencia arriba, sabedores que de la nada es capaz de anotar gol. De hecho, pronto se adelantó el delantero en una gran jugada individual, donde recogió un balón largo en banda izquierda al espacio, y con un recorte brutal dejó sentado a Yeray Cuello (12), lo que no es nada fácil. Una vez frente al portero la cruzó al palo largo, imposible. Los bilbaínos continuaron fieles a su estilo, líneas y presión adelantada, asumiendo riesgos, Oier López (16) disparó al palo merced a un trallazo desde lejos. ¿Tendrían la pólvora mojada? Como pudimos comprobar más adelante la respuesta es afirmativa. El empuje del Athletic hizo que tuvieran varias ocasiones claras de gol, pero no era el día, faltó definición. Casi finalizando la primera parte el Oporto volvía a marcar por medio de Rui Pinto (5), en una bonita vaselina desde banda derecha aprovechando que el Athletic juega con portero adelantado. No mereció el conjunto rojiblanco ir al descanso con derrota, pero el Oporto metió las que tuvo y el Athletic no, y al fin y al cabo, de eso es de lo que trata este deporte. Quizá fue demasiado el riesgo asumido de dejar el 1 contra 1 de Fábio frente a los defensas, personalmente aplaudo la valentía y el planteamiento. También les perjudicó que en fútbol-7 no hay fuera juego hasta prácticamente el borde del área.

La segunda mitad fue otra historia: con el Oporto mucho más confiado y cómodo, además de nuevo enseguida llegó el segundo gol de Fábio en su cuenta personal y el tercero de los lusos, en un remate de “killer” a saque de esquina. Pudo recortar el Athletic ya que también dispuso de ocasiones claras de gol, pero no definieron. A destacar la defensa del Porto con ayudas constantes a sus defensores, impidiendo en la medida de lo posible que los jugadores del Athletic pudieran probar el uno contra uno. Aparte de pelear todos los balones; no dar ni uno por perdido. Llegaría un postrero y definitivo gol de los portugueses obra de Tiago Ribeiro (3), a balón parado.

Personalmente me apena que una propuesta como la del Athletic no tuviera recompensa –si bien dispuso de ocasiones para ponerle remedio, pero falló en el momento decisivo-, pero al mismo tiempo tengo interés en ver el comportamiento del animalaco Fábio, y del conjunto luso en general, que dispone de futbolistas de muy buen nivel.


CELTA-MÁLAGA

Partido muy igualado, de alternativas y ocasiones para ambos bandos, el que disputaron gallegos y andaluces. Los dos equipos tomaron precauciones defensivas, conscientes de lo decisivo que podía ser encajar gol. Defendían muy bien posicionados, con ayudas e intentando no conceder ninguna ventaja, si acaso el Celta con las líneas más adelantadas que el Málaga. Las primeras oportunidades fueron del Málaga, en gran medida por pérdidas peligrosas del Celta en campo propio. El más incisivo de los malagueños fue David Larrubia (10), que se movió muy bien y demostró gran capacidad técnica. El Málaga lo intentaba principalmente vía transiciones rápidas tras recuperación, y si no podía ya tocaba más el balón. El Celta, con el paso de los minutos se fue asentando cada vez más, buscando más la contra y evitando pérdidas, y su delantero Anwar Mediero (8), principalmente, tuvo varias en velocidad donde estuvo cerca de marcar. El gol que decantaría la balanza llegó tras un saque de esquina, en un despeje que enganchó el dorsal el celtiña Brais Val (5). Como detalle táctico por parte de los vigueses, interesante como en la salida con posesión de balón el propio Brais se retrasaba y ejercía prácticamente de segundo central. Llegó el descanso.

El Málaga necesitaba marcar, y debido a ello echó hacia adelante un poco las líneas, intentando trenzar jugadas y salir de la “telaraña” del Celta, aunque con poca claridad, una vez se acercaba a las inmediaciones del área no conseguían crear excesivo peligro; mientras el Celta aprovechaba para lanzar contraataques. Juego muy equilibrado el que se desarrolló, no se movería el marcador.


VALENCIA-LANZAROTE

Intensidad. Juego en equipo. Finalización de jugadas. Todos atacan y todos defienden. Sacrificio. Sobriedad. Éstas son algunas de las señas de identidad del Lanzarote, que estuvo muy cerca de dar la sorpresa e imponerse al Valencia. Tuvo ocasiones para marcar, pero los porteros valencianistas estuvieron estupendos. En la primera parte los isleños jugaron mejor que los valencianos, incapaces de dar el ritmo que querían al partido. Los che no podían dar más de tres pases seguidos, principalmente debido a la presión y el coraje del Lanzarote, que además de darlo todo defendiendo no renunciaba al ataque, ni mucho menos. Visto que el Valencia era incapaz de imponer un juego más colectivo, sus dos principales recursos fueron: a) el balón en largo a su delantero Ferrán Giner (9) para que la aguante y deje de cara a los que se incorporan o intente la jugada individual; y b) los movimientos entre líneas de Óscar Doménech (7), capaz de cualquier genialidad. El choque de titanes entre el delantero referencia valencianista y el central del Lanzarote Agoney ortega (4) fue colosal,  donde el futbolista del Lanzarote salió bastante bien parado. Por su parte, como he mencionado con anterioridad, en el Lanzarote atacaban y defendían todos, y muy importante me parece, evitaban pérdidas de balón: tenían la misión de acabar la jugada para que no les cogieran al contraataque, aunque fuera de un disparo lejano. En cambio, ellos sí que cogieron a los valencianistas en varias contras; tuvieron unos contra unos en donde el portero Carlos Pérez (13) evitó el gol. No consiguió marcar Aarón Anyelo Cruz (10) del Lanzarote, que también lo probó con una bellísima vaselina desde prácticamente el centro del campo. También pudieron anotar a balón parado. Llegó el descanso y el Valencia respiró aliviado.

La tónica de la segunda parte fue similar, si bien Ferrán Giner (9) ganó algunos duelos individuales. Decidió el entrenador valencianista meter toda la “carne en el asador” y dio entrada a Ferhat Cogalán (14), retrasando a Óscar Doménech (7), que jugó como mediocentro. Para mí, estos dos son los jugadores más técnicos y decisivos del equipo. Siguieron compitiendo con gran intensidad, las contras eran un martirio para el equipo che. En cambio la presencia de Cogalán por parte valencianista se notó, ya que se veía que era capaz de regatear a los rivales y cada vez que la agarraba transmitía sensación de peligro. Era ahora otro de los recursos de los che: la jugada individual del chaval. El gol de la victoria valencianista llegó merced a la épica: el central Borja Martí (4) recuperó el balón en zona defensiva y se incorporó como un cohete arriba, se la pasó a Ferrán Giner (9) que disparó escorado a banda derecha, y el propio Martí remachó el despeje del portero del Lanzarote. Puede que los isleños notaran algo el cansancio después de tanta intensidad; aunque siguieron intentándolo con convicción, no pudieron voltear el resultado. Este tipo de juego, de rivalidad bien entendida, es decir, dándolo todo pero de forma limpia, es también un placer para el aficionado. Creo que no se puede poner ningún pero a las actuaciones de ambos conjuntos.


INTERNAZIONALE-BARCELONA

El juego físico del Inter fue demasiado, también, para el Barcelona. Desde el comienzo el Inter consiguió imponer su forma de jugar (que se basa principalmente en el apabullamiento físico), tanto es así que logró que se viera un desdibujado Barcelona, que en ningún momento pudo hacer su juego de toque, toque, toque (a veces excesivo) hasta encontrar el hueco. No tuvieron la posesión del esférico y fueron siempre a remolque, aunque tuvieron una ocasión para adelantarse: en un trallazo desde lejos de Albert Garrido (8) que pegó en el larguero. Poco después llegaría el único y definitivo tanto del encuentro, por parte de los italianos: en un trallazo desde fuera del área de Aboubacar Sakho (8) en el lanzamiento de una falta. Lo cierto es que el ritmo no cambiaría en el transcurso del encuentro: un ritmo cortado, con el juego trabado, sin jugadas colectivas, con mucho choque (donde solían salir vencedores los jugadores del Inter). De hecho los italianos dispusieron de las oportunidades más claras para ampliar el marcador. Hubo esfuerzo por parte de ambos conjuntos, aunque en la batalla físico vs técnica pura, a estas edades, se impuso la primera.

Podríamos reflexionar sobre la conveniencia de venir a torneos de estas edades con jugadores muy superiores físicamente, y que en principio no cuentan con grandes cualidades técnicas para hacer carrera en un futuro –no obstante, el fútbol profesional está lleno de ejemplos de jugadores que son portentos físicos pero no un dechado de técnica con balón-. Y siguiendo con las reflexiones, también se podría debatir sobre lo difícil que es competir frente a la superioridad técnica, que depende en gran medida de los presupuestos de los clubes.


SEMIFINALES


OPORTO-CELTA (se encargó Miguel R.)


VALENCIA-INTERNAZIONALE

El fútbol, como la vida, es muchas veces claramente injusto. Que la justicia es muy subjetiva y puñetera se demuestra con partidos como éste, donde el Valencia fue aplastantemente superior a su rival, y en cambio, en cinco minutos de “relajación” se va todo por el traste. En realidad no todo, porque el encuentro finalizó en empate (2-2) y fue en la muerte súbita de los penaltis, que muchos dicen que son una lotería, donde el Inter estuvo más acertado. El partido se jugó al ritmo que quiso el equipo che; los jugadores del Inter ni la olían ni inquietaban. Muy interesante la batalla particular librada entre el grandullón delantero valencianista Ferrán Giner (9) y el fortachón central del Inter Oluwa Guedegbe (4); se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que ganó Giner. Lograba controlar de espaldas cada pelota que iba dirigida hacia él, y después de eso ya decidía hacer lo que creía más conveniente para su equipo. Salió el Valencia con toda la dinamita, dispuesto a arrollar, ya que aparte de Giner se encontraban sobre el césped el hábil y técnico Ferhat Cogalán (14) haciendo de mediapunta, y especialmente, el asombroso Óscar Doménech (7) como mediocentro muy dinámico. El Valencia jugaba al ritmo de Doménech, lo que es una magnífica señal para los che: comandante de operaciones que con su técnica, visión y lectura del juego le bastaba para imponerse al juego físico de los italianos. Básicamente hacía lo que quería. Las aproximaciones eran continuas, también llegaron varias oportunidades de gol. El único recurso que era capaz de utilizar el Inter –encerrado en su propio área- eran los contragolpes aprovechando la zancada de sus futbolistas.  Una variante táctica che que me pareció especialmente importante, que se pronunció al dar descanso al delantero Giner, es que el equipo jugó muy abierto cuando le tocaba salir con la pelota: el central Borja Martí (4) se abría a banda derecha, Doménech (7) caía a la banda izquierda (en los picos del área), después uno se colocaba en el centro del campo,  mientras dos se posicionaban como extremos pegados a banda y el delantero ocupaba el centro. ¿Qué conseguían de esta forma? a) Crear espacios (por muy grande que fueran los jugadores del Inter, al ensanchar el campo les cuesta mucho más llegar para la recuperación de los balones); y b) asegurarse una salida limpia y controlada de balón (ya que tanto Martí como Doménech son muy fiables en ello). No obstante se llegaría al descanso con empate sin goles.

En la segunda mitad el Valencia salió al campo con la misma actitud de ser aguerridos y no mostrar complejos, de hacerse con el dominio de la pelota y de los espacios:  una conducción y posterior pase de Doménech hacia Giner, que recibió de espaldas y después se giró, se convirtió en penalti (algo riguroso, a mi entender). Doménech lo lanzó y no erró.  Poco después, a la salida de un córner provocado nuevamente por el delantero Giner, recibió Doménech en el pico izquierdo del área, la puso rasita en el área hacia el segundo palo y Mario Sesé (5) anotó el 2-0 al rematar de primeras. El Inter sólo inquietaba mediante trallazos lejanos. Aunque conforme avanzaba la segunda mitad quizá los jugadores che iban notando el cansancio colectivo, y los italianos recortaron distancias en una bonita jugada colectiva que se encargó de remachar Aboubacar Sakho (8). Enseguida, el mismo futbolista fue el encargado de poner las tablas en el marcador mediante un chut imparable. Dos latigazos de los italianos, completamente superados, fueron suficientes para salvar el cuello. Con este resultado se acabó el partido. Ya en los penaltis, los chavales del equipo milanés estuvieron más acertados, y por añadidura, se clasificaron para la final.



FINAL


CELTA-INTERNAZIONALE

Lamentablemente, poca historia hubo en la final, siendo los italianos claramente superiores. Una de las mayores virtudes, a mi juicio, de este Celta, es que hacía que sus rivales parecieran peores de lo que en realidad son, y esto era en gran medida debido a la “telaraña defensiva” en la que introducían a sus rivales, que ciertamente se veían con muchos problemas para traspasarla. Las primeras oportunidades del partido fueron a cargo de los vigueses, especialmente recuerdo un disparo lejano de Anwar Mediero (8) que despejó Filip Stankovic (1). El Celta salió al campo como siempre, tácticamente muy bien posicionados y sin renunciar al ataque, especialmente vía transiciones rápidas o balones en largo. Pero prácticamente en la segunda ocasión que tuvieron los italianos marcaron, gol conseguido por Aboubacar Sakho (8) con un disparo desde fuera del área. El conjunto italiano fue todo un especialista en los goles desde fuera del área: no necesitaba jugar bien o dominar, iba sobrado con los chuts lejanos, debido a la potencia de los jugadores de que disponía. El juego era trabado, y en estas circunstancias, los de Milán parecían encontrarse mucho más cómodos sobre el césped. Selomon Mangiarotti (10) conseguiría el segundo tras una buena jugada individual. A partir de este momento se terminó definitivamente el partido. No en sí, porque quedaban muchos minutos por jugar, pero sí la emoción que hace que el aficionado vibre. Llegarían más ocasiones del Inter aunque la primera parte finalizó con 0-2.

En la segunda parte el Celta siguió intentándolo aunque se mostró incapaz de llegar a los últimos metros; en un contraataque de nuevo Mangiarotti  (10) marcó para el Inter. Poco después marcó Alejandro Vila (15) para el Celta llegando desde la banda izquierda. No obstante, las ocasiones más claras eran del Inter, tanto es así que sería capaz de anotar dos tantos más: nuevamente Mangiarotti (10), con disparo desde fuera del área tras saque de esquina, y Michele Schieppati (13) en una rápida transición tras robo de balón. Con este resultado terminó el partido.

No queda otra que felicitar a los campeones, aunque a uno personalmente, le queda un sabor agridulce: sabedor que probablemente no fueron los mejores y que se impusieron aprovechando su superioridad física, y relacionado con lo anterior, la violencia y fuerza de sus disparos lejanos.

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