Valencia, fútbol y otras cosas

jueves, 7 de abril de 2016

Cuando alguien se va

Alguien, que no sabes muy bien porqué, te tiene aprecio, y deja la vida con ganas de seguir viviendo pese a la tortura de la enfermedad, aun en fase terminal, sin fuerzas, machacado por el dolor, alguien quiere seguir luchando, que no se acabe el sueño: queda tanto por hacer, tantos han sido los momentos pasados, tan injusto se ha sido tantas veces. Se acaba todo para siempre, dejas un recuerdo en familia, parejas, amigos, allegados. Hasta que el paso se borra y no existe constancia de tu existencia.  ¿Por qué también se van los que no lo merecen? ¿por qué es tan miserable la enfermedad que conlleva la muerte? ¿por qué unos sí y otros no? ¿por qué no todas las vidas valen lo mismo? ¿por qué? ¿por qué? Dios no existe, y en caso de existir es un ser mezquino y cruel y abyecto y sanguinario y pusilánime,y hijodeputa, en definitiva. Apenas le conocía, pero me impactó la entereza para con la enfermedad y la muerte. También la forma de apreciar la vida y a seres lejanos de su zona de incidencia. Pensar en ello me hace querer ser mejor persona y vivir con menos inhibiciones.

La lástima es que después se olvida.

Ya no volverá.

Y es jodido. Muy jodido pensar en ello.

sábado, 30 de enero de 2016

De vidas interesantes

Leyendo por primera vez a Jonathan Coe (El club de los Canallas) me doy cuenta de que su principal virtud como novelista, quizá, sea que las vidas e historias narradas sean interesantes, que apetezca saber mucho más de los personajes en cuestión, a pesar de que a priori no puedan tener una vida especialmente atractiva.

Y a partir de ahí uno puede inferir que todas las vidas son interesantes vistas desde el enfoque adecuado; que lo interesante de una vida es en gran parte subjetivo e incluso en principio la vida más aburrida del mundo puede no serlo contada de la forma adecuada.

Así pues, se puede concluir que todas las vidas, con el observador apropiado, merecen la pena ser narradas, y por añadidura, vividas.