Valencia, fútbol y otras cosas

domingo, 23 de febrero de 2014

Mi visión del Valencia-Granada (2-1)

Victoria del Valencia no exenta de sufrimiento, incluso podríamos calificarla de agonizante (gol decisivo cuando el partido expiraba); que en tiempos pretéritos habría sido impensable. Más allá del juego, lo que se ha transmitido es que este equipo cree en sí mismo, o por lo menos, cree en sí más que antes. No obstante, es una impresión o algo que vengo notando, personalmente me parece que hace falta más ambición. Aunque quizá para construir los cimientos lo verdaderamente necesario sea el sigilo, la prudencia y la modestia.

Primera parte dominada por el conjunto che, que pese a no demostrar clarividencia ni ideas diáfanas –el planteamiento de Pizzi tampoco ayudó, con un solo punta que es segundo punta (Vargas) y un Parejo alejado demasiado de la construcción-, fue el que más atacó y llegó, también el que dominó. La idea de Pizzi, creo, al salir con un centro del campo conformado por Fuego, Keita y Parejo más Feghouli y Fede como interiores, era de nuevo aprovechar la profundidad de los laterales Bernat y Barragán, así como aprovechar la llegadas en carrera de los interiores (que iban hacia adentro para dejar vía libre) y Vargas. No salió del todo bien, pese a que los laterales-carrileros cumplieron notablemente –Bernat una vez más demostrando que está a nivel de selección, Barragán como animalaco derrochando su potencia-, Vargas anduvo perdido, desasistido y esquivo, mientras Fede y Feghouli sí tuvieron alguna, pero quizá el equipo acusaba demasiado la desconexión entre líneas; reinaba la “anarquía de líneas”, es decir, no había fluidez ni entendimiento real, fluido, peligroso; tanto es así que las pocas veces que el equipo conseguía orden y concierto era cuando Parejo tenía que bajar más allá del centro del campo a recibir e iniciar la jugada (recuerdo el jugadón del minuto 31), ya que tanto Keita como Fuego tan solo se limitaban a cumplir “órdenes robotizadas”. Lo bueno de este equipo es que en la salida de balón desde atrás tiene diferentes opciones válidas, lo que hace que sea muy complicado de presionarle: calidad para sacar el balón jugado vía centrales (Mathieu, Vezo, el defenestrado Víctor Ruiz), laterales (Bernat, Barragán, Joao Pereira) y Parejo, más la opción del balón en largo con jugadores arriba como Feghouli, Vargas, Alcácer, Piatti o Fede. El Granada fue inteligente en su propuesta: esperar atrás ordenadito sin renunciar a los contraataques y al aprovechamiento de posibles errores “no forzados” valencianistas, además de especial consideración en atacar las bandas debilitadas por las subidas de los laterales valencianistas (aunque es un trabajo obscuro y poco valorado, muy importante la labor defensiva en este sentido de Fuego, tanto basculando como ejerciendo de “tercer central”. Es cierto que le falta nivel para ser titular en un equipo grande, aun así pienso que es muy inteligente y un muy buen jugador de equipo).

Llegaron los errores “no forzados”, tanto en la primera como en la segunda mitad. De hecho el gol del Granada fue debido a un fallo de Fuego que se la dejó franca a Piti; nada más comenzar el segundo período. Tocaba remontar y por el juego desplegado era obvio que tocaba cambiar piezas, y con ello dinámica. Keita y Vargas dejaron su lugar a Alcácer y Jonás; el equipo se puso bajo la manija de Parejo (que ha pasado de liviano jugador de apoyo a pilar básico en la construcción y en el despliegue ofensivo) que demostró asumir galones y responsabilidades, y el Valencia carburó. No tardaría en llegar el empate de Alcácer tras centro de Feghouli en uno de sus movimientos típicos y letales adelantándose al defensor a partir de su espalda. Este chico podrá no ser muy vistoso, pero tiene un instinto demoledor, además de unos movimientos de área tan excepcionales que probablemente no se veían desde el Torpedo Gerd Müller (al que, salvando las distancias y manteniendo los pies en el suelo, se asemeja tanto físicamente como en su forma de jugar y de entender el fútbol). Curiosamente desde el empate hasta el final, el Valencia fue incapaz de dominar el partido, como había hecho hasta entonces, y le costó bastante llegar. Fue a punto de finalizar, en un saque de falta de Parejo, cuando Vezo, que debutaba como titular, anotó el gol de la victoria.

Algunos apuntes extra: a) sigo pensando que existe demasiada distancia entre la primera línea de presión y la línea defensiva, lo que hace más complicado que la presión conjunta pueda ser efectiva, y permite al rival realizar ataques relativamente cómodos ya que sus jugadores encuentran espacio para pensar y ejecutar; b) en su debut como titular, Vezo se mostró nervioso, tuvo algún fallo en la toma de decisiones y al medir su acción importantes, también alguna pérdida peligrosa, aunque parece tener buena técnica con balón y también unos buenos conceptos defensivos básicos. No obstante, me dio la impresión de que puede faltarle fortaleza física. Son necesarios más partidos para poder juzgarle, y también para que vaya cogiendo confianza, aunque desde luego, no lo hizo peor que Ricardo Costa, y anotó el gol que supuso la victoria. c) Fede debe mejorar la toma de decisiones, en lo que incluyo el juego al primer toque y aprender a darla antes, además de mejorar sus movimientos al espacio. Técnicamente me parece buenísimo, también parece tener carácter y personalidad, pero si la cabeza le falla, su talento se perderá. d) Me parece interesante saber cómo enfocará el siguiente partido Pizzi en Liga teniendo en cuenta la sanción por acumulación de amarillas de Parejo, brújula actual del equipo.


GOLES:
0-1 min. 47 Piti
1-1 min. 63 Paco Alcácer
2-1 min. 90 Rubén Vezo


Hoeman, Valencia a 23 de febrero de 2014.

jueves, 20 de febrero de 2014

Mi visión del Dinamo de Kiev-Valencia (0-2)

Interesante planteamiento de Juan Antonio Pizzi, que aprovechó la situación del Dinamo de Kiev (mucho tiempo sin jugar partido oficial, guerra en Ucrania) para hacer probaturas. En esta ocasión la columna vertebral estaba integrada por 2 centrales + 2 mediocentros, dejando libertad para subir a los laterales Joao Pereira y Bernat –que actuaron de carrileros-, sin perjuicio a la exigencia y el sacrificio defensivo. Más sueltos y con mayor libertad dos centrocampistas-medusas encarnados en las figuras complementarias de Parejo –asociación- y Míchel Herrero –llegada-. Arriba Alcácer y Jonás debían intentar cazarla a base de desmarques, servir de apoyo para facilitar la llegada de compañeros o caer a banda para oxigenar. Falló la última conexión, quizá por falta de ritmo, quizá por perfiles inadecuados de los puntas (a pesar de parecer una contradicción: ¿demasiado iguales?). El caso es que no se enlazó con los delanteros, y por añadidura, apenas cayeran ocasiones de gol. No obstante, el dominio del tempo del partido fue casi absoluto, ya que llegaron –como es habitual a lo largo de la temporada en este equipo- pérdidas de balón peligrosísimas o errores de concentración imperdonables –casi siempre con Ricardo Costa como protagonista-. La posesión de la pelota también fue del equipo –aunque posesión inane en cuanto a influencia en marcador y llegadas de peligro real- y lo que es más importante, el posicionamiento sobre el césped. El Valencia se vistió de muro de hormigón infranqueable. Cierto que ante un rival que no permite sacar excesivas conclusiones, más bien impresiones y sensaciones o análisis someros o de poca fiabilidad.

En la segunda mitad el Valencia entró frío –a lo que contribuyó la lesión del portero rival Shovkovskiy-, y fueron las entradas al campo de Vargas y Feghouli, que forzaron al equipo a subir el ritmo, o no (¿causa o consecuencia?). El caso es que Vargas se empezó a mover entre líneas y volvió locos a los jugadores del Dinamo de Kiev, mientras Feghouli ejerció de torbellino, fuerza de la naturaleza, lo que viene siendo habitual en esta segunda vuelta -¡menuda metamorfosis!-. El caso es que Vargas se anticipaba y enlazaba con los centrocampistas y revoloteaba entre líneas como mariposa en un amplio brezal. El caso es que Feghouli encendió el turbo y subía, bajaba, llegaba, defendía, se interrelacionaba, se travestía de defensor-atacante-futbolista total. El caso es que Bernat se liberó y enchufó el motor diesel: llegaba y centraba con mucho peligro. El caso es que el juego a balón parado fue decisivo: avisaron Vargas y Seydou Keita, en la segunda clonada el chileno marcó. Lanzador de los córners: Dani Parejo. Feghouli remató la faena, tiempo después, casi finalizando, con un segundo gol con fortuna de un rebote. Pudieron llegar más.

Nombres propios a destacar: en primer lugar, Pizzi, que con su variante táctica -reminiscencias de “cuadrado mágico” a lo valenciano- demuestra tener inquietudes futbolísticas y sobrados conocimientos; se intuye un libreto amplio y versátil, con decisiones firmes y racionadas. Dos nombres más, que creo que en el global de la temporada están siendo con mucho los mejores y más regulares, Mathieu y Parejo (con permiso de Bernat, que a la chita callando, se ha adaptado notablemente a la demarcación de lateral) (nivel de selección). Mathieu es Cyborg: muy limpio defendiendo a pesar de su espectacular físico –que también sabe aprovechar-, se ha convertido en el baluarte defensivo del equipo, a mi juicio indispensable. Hoy por hoy, está entre los mejores del mundo en su posición –tendría delito que Deschamps opte por jugadores como Rami o Mexes por delante de él-. ¡Qué decir de Parejo, en el que debo confesar no confiaba en exceso! El termostato del Valencia. Sabíamos que tiene un guante como pie, que técnicamente –en cuanto a golpeo- es prácticamente perfecto, pero cada día me sorprende más su implicación, y no menos importante, lectura defensiva. Un futbolista muy xavitizado, y que por mi gusto particular del fútbol, y porque creo y pienso que tiene calidad para que se le exija más, me gustaría que tuviera más aportación en ataque, en los metros decisivos; que tomase más responsabilidades de canalizador ofensivo –y no sólo de canalizador de juego-; que arriesgara más. Y cómo no, hacer referencia a Vargas, un delantero puro con grandes movimientos entre líneas y mucha calidad en sus pies, ciertamente, además de inteligencia en los movimientos, rapidez y pillería; cuando se deja de gilipolleces y aleja del juego el egotismo que desprende es un futbolista delicioso; así sí.


GOLES:
0-1 min. 79 Eduardo Vargas
0-2 min. 90 Sofiane Feghouli


Hoeman, Valencia a 20 de febrero de 2014.

domingo, 16 de febrero de 2014

Mi visión del Sevilla-Valencia (0-0)

Para comenzar, el factor decisivo de lo acontecido en el partido, el árbitro Álvarez Izquierdo, cuya actuación ha sido mala a rabiar -perjudicando ampliamente a uno y a otro equipo-, y que además ha mostrado un afán de protagonismo que dice muy poco de su profesionalidad. Mi impresión tras el partido es que no debería estar en Primera División. Tampoco he seguido su trayectoria, ni tengo ningún interés en ello. Los árbitros son parte muy importante en este deporte. Cabe decir que ha perjudicado primero al Valencia (penalti no pitado, tarjeta amarilla a Costa que no era y que ha favorecido su expulsión,... y a partir de ahí, con el partido condicionado, el resto de despropósitos, la mayoría en contra del Sevilla).

Sobre el partido, me sorprendió ver a un equipo de Emery ultradefensivo, como nunca lo habría imaginado: una columna defensiva integrada por los cuatro defensas (aunque con cierta libertad para subir de los laterales Moreno y Coke) y los dos mediocentros (Iborra, Carriço); muchas veces secundada por la ayuda de los extremos Vitolo y Reyes y el mediapunta Rakitic. El plan del Sevilla era claro: presión agresiva arriba intentando provocar la pérdida del Valencia y llegar a gol sin construir ni pensar. Si el Valencia superaba la presión les esperaba la fortaleza compuesta por defensas + dos mediocentros. Fue una primera parte de esfuerzos, de adrenalina, de tensión, de testiculina: durante muchos tramos más parecida a un "correcalles", un partido de patio de colegio. Bajo mi punto de vista comenzó mejor, más intenso y metido el Sevilla; aunque pronto se cambiaron las tornas y fue el Valencia el que atacó mejor, no obstante, alguna pérdida peligrosa pudo suponer algún disgusto en forma de gol. Al Valencia le costaba llegar y sobre todo materializar, el Sevilla bien dispuesto en su yunque defensivo cuyo precio a pagar era renunciar a todo atisbo de elaboración. Aun así llegaron ocasiones por parte valencianista, aunque fueron más las que pudieron y debieron llegar. Y es que creo, el equipo era demasiado largo, es decir, la línea defensiva no se adelantó lo suficiente, probablemente por miedo a un contragolpe, lo que favorecía que se atacara peor, con menos seguridad y efectivos, y asimismo que se defendiera también peor, al dejar demasiado espacio. Después a la hora de combinar creo que faltó precisión, apoyos y desmarques; probablemente lo señalado anteriormente -equipo demasiado largo- influyera en ello.

La segunda parte, a partir de la expulsión de Ricardo Costa, fue de resistencia. Defender el resultado, como así lo refrenda los cambios de Pizzi. Hubo un penalti pitado a favor del Sevilla, debieron ser más. Uno se queda con la sensación de que se sacó un punto donde en tiempos pasados habrían caído una somanta de goles por las circunstancias; pero también echa en falta mayor ambición. Supongo que paso a paso.

Para acabar, reflejar aquí, sólo habiéndole visto jugar los minutos que lleva con el Valencia -y por este motivo mi juicio es a todas luces precipitado-, la mala impresión que me dejó Eduardo Vargas. Es indudable que tiene calidad, quizá menos de la que él mismo cree, me parece que va de "estrellita" y si es así  podría acabar estrellado. Lo digo porque creo que chupó demasiado, no pasó cuando debiera e intentó hacer cosas innecesarias y poco beneficiosas para la colectividad. No obstante, el entrenador premió su actuación dándole todos los minutos.


Hoeman, Valencia a 16 de febrero de 2014.

domingo, 9 de febrero de 2014

El tiki-taka para los esnobs

Tras la resaca de golear al actual colista de la Liga -litros de alcohol-, más calmado y magullado, con la mente serena y reposada, uno no puede más que certificar una obviedad: el invento del tiki-taka, esa moda en el fútbol comparable a las gafas de pasta, la silicona, los push-ups y un largo etcétera en la sociedad actual, objeto de culto adecuado y bueno por si mismo, por la propaganda que inunda la mente sólo con su evocación, por la imagen que proyecta en el imaginario de la cabeza; excepcional y cansina etiqueta de marketing, de usar y tirar, de análisis y valor superficiales; ese invento marciano, utópico, engañoso, decía, en la gran mayoría de casos no es más que un parapeto para esconder las miserias e incapacidades propias y ajenas, porque generalmente, debajo de calificativos como jogo bonito, tiki-taka, fútbol de toque, sólo hay castillos de naipes que cayeron ha por el fluir de una ligera brisa. El Valencia no es ajeno a la sociedad, a la influencia de los medios de comunicación retroalimentada por gran parte de la población y viceversa, y el aficionado valencianista ha tenido que sufrir y soportar a un equipo cantamañanas y maniqueo durante años, con paréntesis valverdiano, sin alma ni voluntad, a merced de una imagen que era sólo una burda tapadera de la nada que sólo hacía que empeorar las cosas. Emery, Pellegrino, Djukic son las caras de esta misma moneda. Con esto no quiero decir que sean malos técnicos, supuesto que no creo, si no que no son lo suficientemente buenos, o por decirlo de otra forma, no son lo suficientemente idiosincrásicos para dirigir al Valencia CF. Valencia es tierra de ruido, y como tal, el equipo que funciona es reflejo de la sociedad: podrá sonar e incluso ser un tópico, pero no por ello deja de contener gran parte de verdad -de hecho, todos los tópicos encierran sus dosis de realidad, de ahí proceden-, pero aquí prima el carácter, el trabajo y el compromiso: características comunes que todos los entrenadores que han rendido en los últimos lustros comparten: Aragonés, Ranieri, Cúper, Benítez, Valverde.

Por eso Pizzi ilusiona. Desde su llegada las sensaciones que transmite el Valencia son más que óptimas. Lo bueno es que no se está quedando sólo en sensaciones, los resultados también indican que la mejoría del equipo es notoria. Ganarle al Barcelona en su campo no es sencillo. Las armas y los conceptos están claros. Menos toque estéril y más correr y desmarcarse. Adolecía el Valencia de Djukic de querer mucha pelota para no saber qué hacer con ella -posesión estéril- cuando no se perdía directamente propiciando una ocasión de gol adversaria. El equipo parecía cola de lagartija rebanada; sin plan, sin ilusión, sin objetivos es complicado seguir hacia adelante. Más de media temporada sin hacer un contraataque en condiciones y ahora parece que salen solos, que se ejecutan de memoria. En meses de parecer piltrafa a apisonadora. No se ha obrado un milagro. Tan solo se hacen las cosas con sentido, y se construye una filosofía de equipo desde las bases, no desde la fachada. Menos ciclos simiescos y más dieta y entrenamiento. Precisamente en Valencia, que parece patria de ciclados.

No me gustaría finalizar, sin hacer alusión a lo que injustamente se considera juego bonito. Más bien debería tildarse de juego soporífero: la posesión de balón infructuosa no es más que una estrategia más -y no de mayor decencia- para defender, con balón, y aburrir al espectador y alejarlo de lo que está viendo; en el fondo es una forma de adormecerlo y robarle la identidad y la autonomía: ¿acaso el ser humano a lo largo de la vida no se hunde continuamente en el fango? ¿no hace sentir más al aficionado una acción de inteligencia y vigor que filigranas de salón?

¡Para ustedes las muñequitas de porcelana, que a mí me va el picante!


Hoeman, Valencia a 9 de febrero de 2014.