Luchar contra todas las adversidades: no es suficiente pelear contra el Sevilla en su campo (con lo que ello conlleva) y contar con un Valencia corto en efectivos de calidad; sino que además hay que luchar contra los árbitros, que vinieron a España para hacer turismo (en el mejor de los casos) y a los que el fútbol y el partido se la suda.
Más de los árbitros: hijueputas. Ya no sólo por el colosal e inaudito (doble) fallo en el gol que desgraciadamente rompe el partido -el Valencia agachó la cabeza unos minutos y lo pagó-. Sino por la actitud: el árbitro se escudó en el "dejen seguir" para tapar sus propias carencias técnicas y de compromiso: está muy bien dejar seguir si no se producen faltas. Pero si no las pitas cuando se producen, favoreces al equipo español más marrullero. El bloque defensivo del Sevilla (los 4 defensas + 2 mediocentros defensivos de los cuales uno es central originario (Carriço)) se hinchó a intimidar a los atacantes valencianistas, visto que no iban a pitarles la faltas, y en el raro caso de hacerlo, sabían que no les iban a sacar tarjeta. Mismamente Carriço no paró de pegar a Parejo y no vio la cartulina ni por reiteración (o vergüenza). El pobre Parejo acabó frustrado y desesperado visto que tenía que repartir y organizar con puntapiés constantes. A diferencia de a Xavi, que por el mero hecho de jugar en el Barcelona le pitan cualquier contacto, Parejo no tiene ese privilegio. La guinda de los jueces fue la amarilla a Paco Alcácer debido al tramposo portero sevillista Beto, por fingir y actuar. Si nadie lo remedia, se perderá el partido de vuelta. Y ahora mismo Paco es vital: deportivamente pero sobre todo, en el espíritu competitivo.
¿Para qué cojones sirven los árbitros de área? Aparte de para obsequiarles con un viaje, me refiero.
Deberían quitar la amarilla a Alcácer en los despachos: A ver si así los directivos y mandamases de la UEFA demuestran que están para algo más que (según rumores) para agrandar sus abultados barrigones a costa del dinero de los demás o para irse a casas de citas, también sufragados por fuentes externas a su bolsillo.
Actitudes como las de Beto deberían ser castigadas duramente también en los despachos: Eso es antideportividad, mala fe, vileza, abyección, cagarse en la propaganda del juego limpio. Por desgracia fiel reflejo de la sociedad. Sólo de esta manera puede hacerse cundir el ejemplo -castigar a los tramposos-.
A lo Ricardo Arias: un señor lo suficientemente mayor para haber visto a Arias desde el comienzo hasta el fin en el club che me contó una historia con Arias como protagonista: Poli Rincón, cuando jugaba en el Real Madrid en campo propio, fingió y forzó la expulsión de Ricardo Arias. Éste, ni corto ni perezoso le dijo: "te espero a la vuelta, en Mestalla". Arias era un tío de armas tomar, con orgullo y palabra. Poli Rincón en los años sucesivos no pisó el césped de Mestalla; que si lesión, que si sanción, que si me rompí la uña, que si me cagué en los pantalones. Algo similar deben hacer los jugadores (salir a morder, con rabia y el espíritu de ser un partido del que depende su propia vida) y, especialmente, la afición. Aumentar la presión de forma que los sevillistas salgan acojonados, silbar en cuanto toquen el balón. En caso de ser necesario (esto es: si el árbitro nuevamente les permite absolutamente todo), darles de su propia medicina (marrullería) con por ejemplo, Rakitic o Bacca.
Sobre el partido: Por último, aunque no menos importante, partidazo el que jugó el Valencia. Los primeros 25 minutos del conjunto che fueron de manual, para enseñar en clase: presión adelantada con perfecta distancia entre líneas (y Guaita alejado de portería); si el Sevilla llega a campo propio se atrasan las líneas pero se mantiene el espíritu competitivo y las distancias (¡que importantes son para el buen funcionamiento de un equipo!). Lo que faltó fue mordiente, y es que jugadores como Fede o Vargas necesitan un balón para sí solos, pensando primero en su lucimiento personal, lo que paradójicamente hace que luzcan peor de lo que son (o podrían ser), mientras a Feghouli le falta un poco de calidad. El injusto gol del Sevilla a balón parado dejó knockeado al Valencia durante 15 ó 20 minutos letales, en los que el equipo andaluz anotó el segundo y definitivo. En la segunda parte de nuevo el Valencia fue mejor, con la posesión aunque sin suficiente clarividencia u osadía en los últimos metros; llegaron ocasiones de gol por parte ambos: las del Sevilla vía contraataques o a balón parado.
Estoy de acuerdo en todo. Pero me chirrió un poco oir las quejas del presidente. Creo que, sobretodo en UEFA, son contraproducentes. Al final hay que jugar con lo que depende de ti. La lastima es que esto no es novedad en Europa, no quiero ni acordarme de la ultima semifinal.
ResponderEliminarY entre las cosas que dependen del equipo y de Pizzi hay una flagrante para un partido contra el sevilla: defender las jugadas a balon parado.
Si pudimos remontar contra el Basilea ¿porque no contra el Sevilla? Amunt
Pues no creo que estuviera acertado en las declaraciones tampoco. Sí hubiese visto bien las quejas, pero no en el sentido (llena de prejuicios e ignorancia que rozan la xenofobia) y el tono.
ResponderEliminarYo también creo en la remontada, espero que Mestalla sea una olla a presión.