«Pienso que sería útil elegir un autor y entrevistarlo sobre el libro. Pero invirtiendo el criterio de la prensa: utilizar el mayor poder de atracción de la TV para concederse cierta calma, no dar una información rápida el día de la salida del libro, que estaría inevitablemente destinada a perderse, dada la índole, como decirlo, menos concentrada de la TV con respecto a un periódico. Una discusión, pues, que pueda convertirse también en análisis: sale este libro, se llama al autor, invitas a un periodista, a un crítico notable, el cual examina con el autor las recensiones que se han escrito sobre el libro, Fulano ha escrito esto, ¿tú que opinas? Que no ha entendido nada. Veo que ese otro ha hablado bien del libro. ¿Por qué? En resumen, toda una discusión sobre el libro: qué acogida ha tenido, qué ha dicho la gente...
Y en cambio todo es muy distinto. En el mejor de los casos, se hacen frases: como Maurizio Costanzo, que de todas formas es el mejor de todos, pero siempre hace las cosas muy personales, de humor y de atmósfera, o de tema general. No es que sean debates sobre el libro. Uno apaga y dice: simpático aquel escritor, ese otro en cambio es un pelma: nunca hay auténtica tensión, positiva o negativa, sobre el libro, ni es eso lo que le interesa a Costanzo. La TV, además, tiene tal fuerza que el libro, aunque estuviera enterrado, resucitaría enseguida en los escaparates. Milagro que difícilmente consigue la pluma más fina.
Mejor aún, llevar, además de al crítico, a dos o tres lectores corrientes y comunes. Ninguna hagiografía, y por lo tanto nada de zalemas, e incluso una crítica demoledora: lo siento mucho, pero hemos demostrado que este libro es pésimo. Cabría incluso llegar a estos extremos, aunque sin destrozar por destrozar, y sin las extravagancias canibalescas a lo Arnaldo Bagnasco, me refiero a aquel programa donde todos se insultaban según la nueva moda de los países donde, según dicen, el público está más maduro desde un punto de vista televisivo y busca emociones nuevas.»
Giulio Einaudi en diálogo con Severino Cesari, Anaya & Mario Muchnik, traducción de Esther Benítez.
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