Valencia, fútbol y otras cosas

sábado, 17 de enero de 2015

Llorar es de blandengues

H., de vez en cuando, no lo podía evitar, se emocionaba al escuchar determinadas canciones. Era como si ese sonido, como si esas voces, como si esas letras entraran directamente al cerebro y activasen el centro emocional de la plorera, para a continuación lubricar ojos y piel con la salinidad de las gotas que emergían del orificio orbital. No podía explicar realmente por qué, sabía que había algo mágico para él en las canciones que conseguían estremecerle, ponerle la piel de gallina y por fin derramar lágrimas, unas lágrimas que contenían sentimientos perdidos en la ruleta de la vida. Quizá se transportara a otras vidas pasadas, al pasado de la misma vida, a vidas alternativas no vividas en la actual, a vidas soñadas, imaginadas... No lo sabía, pero el estrecimiento era tal, la emoción tan grande, la sensación simultánea de alegría y tristeza, de victoria y derrota, de triunfo y pena,... donde al final prevalecían los últimos. Al finalizar la canción le quedaba una sensación de vacío, de inutilidad, ¡de cobardía!, de haber derrochado los momentos de la vida, de estar derrochando los futuros no-momentos imprescindibles, de no poder, ¡no querer!, hacer nada para cambiarlo. Volvía a poner la canción para seguir temblando, estremeciéndose, soñando despierto, transfiriendo la energía mística a todas las células corporales. Volvía la euforia a la que seguía el hundimiento, y por fin, otra vez el vacío. Y de nuevo, escuchaba la canción que tanto placer le proporcionaba, y tanto le erosionaba. Sabía que una vez terminada volvía a la cruda, por mediocre, por monótona, por carente de sabor, realidad. Así que volvía a escucharla, esta vez con el volumen a tope, cerrando los ojos, bailando interiormente, moviendo las extremidades, adaptando el ritmo del corazón a la lírica que dominaba su cuerpo.  
We’re all scared of trenches 
And grow weak at knees 
I want you to know that. 
If all you’ve ever wanted was a dream 
Then you know that I can’t help you. 
But did I show you love 
In the author on my face 
‘Cause you know you left a hollow 
Where your body cut an alcove. 
Did I show you love 
‘Cause the silence never stayed 
It’s a breach I’ll never cover. 
You happened out the back door 
Laying bare this need 
You open up this vessel. 
And gather all the quivers 
That never got to fly 
And a one and only cipher.

 ¡Qué tristeza! La imposibilidad de entenderse eternamente con otra persona, de quererse para-siempre; la imposibilidad de conseguir el amor de la persona que quieres; la imposibilidad de mantener a la persona que te ha marcado.

«El amor verdadero será convulsivo o no será.», como todo el mundo sabe.

Y sólo hay una forma de eternizar el amor en su estado dianisíaco, verdadero, convulsivo: «Una noche en que conducía un automóvil por la carretera de Versalles a París, una mujer a mi lado, que era Nadja, pero que hubiera podido, ¿no es cierto?, ser cualquier otra, e incluso tal otra, con su pie que mantenía el mío pisando a fondo el acelerador, con sus manos que intentaban tapar mis ojos, en el olvido que proporciona un beso sin fin, quería que dejáramos de existir más que el uno para el otro, para siempre sin la menor duda, que de aquella manera nos lanzáramos a toda velocidad al encuentro de los más hermosos árboles. Qué prueba de amor, en efecto. Inútil añadir que yo no accedí a semejante deseo. Es sabido en qué punto estaba yo en aquella época, en qué punto he estado casi siempre, que yo sepa, con respecto a Nadja. No por ello le estoy menos agradecido por haberme revelado, de un modo terriblemente sobrecogedor, a qué nos hubiera conducido en aquel momento un común reconocimiento del amor. Cada vez me siento menos capaz de resistir una tentación semejante en todos los casos. Lo menos que puedo hacer es mostrar mi agradecimiento, en este último recuerdo, a aquella que me hizo comprender casi hasta su necesidad. Ciertos seres, excepcionales, que pueden esperarlo todo y también temerlo todo los unos de los otros, se reconocerán siempre por una fuerza extrema de desafío.»

3 comentarios:

  1. Hay canciones que entran por las grietas provocadas por los terremotos emocionales, y llegan hasta tan dentro de nuestro interior, que alcanzan nuestros puntos más sensibles. No creo que sea de blandengue (que no es lo mismo, afortunadamente, que un blanco con dengue... :P ), sino que unos tienen más sensibilidad que otros, y demuestran, por ello, más fortaleza emocional. Buena entrada y buena canción, hoeman.

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  2. Pues sí, JL, y tú que eres experto musical, lo sabes mejor que nadie. Mayor o menor fortaleza emocional, mayor o menor sensibilidad, lo cierto es que son cosas que merece la pena sentir, ya que de alguna forma, por alejada de la realidad que sea, te redime con la vida. Gran, gran canción.

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