CUARTOS DE FINAL
OPORTO-ATHLETIC
Fábio Silva (9) y el buen comportamiento defensivo-ofensivo del Oporto
truncó el sueño del Athletic, que a mi juicio, es el equipo con el que
uno más disfruta visionando los partidos. El Athletic comenzó el
encuentro fiel a su estilo con un 1-3-3, sin mediocentro fijo, y con las
líneas muy adelantadas y los jugadores muy abiertos; mientras el Oporto,
sabedor de la ultraofensividad de los bilbaínos trataron de mostrarse
muy serios defensivamente y salir a la contra, en especial con su punta
Fabio, uno de los cracks del torneo. Defendían los portugueses en propio
campo con 2 + 3, dejando a Fabio como isla-referencia arriba, sabedores
que de la nada es capaz de anotar gol. De hecho, pronto se adelantó el
delantero en una gran jugada individual, donde recogió un balón largo en
banda izquierda al espacio, y con un recorte brutal dejó sentado a
Yeray Cuello (12), lo que no es nada fácil. Una vez frente al portero la
cruzó al palo largo, imposible. Los bilbaínos continuaron fieles a su
estilo, líneas y presión adelantada, asumiendo riesgos, Oier López (16)
disparó al palo merced a un trallazo desde lejos. ¿Tendrían la pólvora
mojada? Como pudimos comprobar más adelante la respuesta es afirmativa.
El empuje del Athletic hizo que tuvieran varias ocasiones claras de gol,
pero no era el día, faltó definición. Casi finalizando la primera parte
el Oporto volvía a marcar por medio de Rui Pinto (5), en una bonita
vaselina desde banda derecha aprovechando que el Athletic juega con
portero adelantado. No mereció el conjunto rojiblanco ir al descanso con
derrota, pero el Oporto metió las que tuvo y el Athletic no, y al fin y
al cabo, de eso es de lo que trata este deporte. Quizá fue demasiado el
riesgo asumido de dejar el 1 contra 1 de Fábio frente a los defensas,
personalmente aplaudo la valentía y el planteamiento. También les
perjudicó que en fútbol-7 no hay fuera juego hasta prácticamente el
borde del área.
La segunda mitad fue otra historia: con el Oporto mucho más confiado y
cómodo, además de nuevo enseguida llegó el segundo gol de Fábio en su
cuenta personal y el tercero de los lusos, en un remate de “killer” a
saque de esquina. Pudo recortar el Athletic ya que también dispuso de
ocasiones claras de gol, pero no definieron. A destacar la defensa del
Porto con ayudas constantes a sus defensores, impidiendo en la medida de
lo posible que los jugadores del Athletic pudieran probar el uno contra
uno. Aparte de pelear todos los balones; no dar ni uno por perdido.
Llegaría un postrero y definitivo gol de los portugueses obra de Tiago
Ribeiro (3), a balón parado.
Personalmente me apena que una propuesta como la del Athletic no
tuviera recompensa –si bien dispuso de ocasiones para ponerle remedio,
pero falló en el momento decisivo-, pero al mismo tiempo tengo interés
en ver el comportamiento del animalaco Fábio, y del conjunto luso en
general, que dispone de futbolistas de muy buen nivel.
CELTA-MÁLAGA
Partido muy igualado, de alternativas y ocasiones para ambos bandos, el que
disputaron gallegos y andaluces. Los dos equipos tomaron precauciones
defensivas, conscientes de lo decisivo que podía ser encajar gol. Defendían muy
bien posicionados, con ayudas e intentando no conceder ninguna ventaja, si
acaso el Celta con las líneas más adelantadas que el Málaga. Las primeras
oportunidades fueron del Málaga, en gran medida por pérdidas peligrosas del
Celta en campo propio. El más incisivo de los malagueños fue David Larrubia (10), que
se movió muy bien y demostró gran capacidad técnica. El Málaga lo intentaba
principalmente vía transiciones rápidas tras recuperación, y si no podía ya
tocaba más el balón. El Celta, con el paso de los minutos se fue asentando
cada vez más, buscando más la contra y evitando pérdidas, y su delantero Anwar Mediero
(8), principalmente, tuvo varias en velocidad donde estuvo cerca de marcar. El
gol que decantaría la balanza llegó tras un saque de esquina, en un despeje que
enganchó el dorsal el celtiña Brais Val (5). Como detalle táctico por parte de los vigueses,
interesante como en la salida con posesión de balón el propio Brais se retrasaba y
ejercía prácticamente de segundo central. Llegó el descanso.
El Málaga necesitaba marcar, y debido a ello echó hacia adelante un poco las
líneas, intentando trenzar jugadas y salir de la “telaraña” del Celta, aunque
con poca claridad, una vez se acercaba a las inmediaciones del área no
conseguían crear excesivo peligro; mientras el Celta aprovechaba para lanzar
contraataques. Juego muy equilibrado el que se desarrolló, no se movería el
marcador.
VALENCIA-LANZAROTE
Intensidad. Juego en equipo. Finalización de jugadas. Todos atacan y todos
defienden. Sacrificio. Sobriedad. Éstas son algunas de las señas de identidad
del Lanzarote, que estuvo muy cerca de
dar la sorpresa e imponerse al Valencia. Tuvo ocasiones para marcar, pero los
porteros valencianistas estuvieron estupendos. En la primera parte los isleños
jugaron mejor que los valencianos, incapaces de dar el ritmo que querían al partido.
Los che no podían dar más de tres pases seguidos, principalmente debido a la
presión y el coraje del Lanzarote, que además de darlo todo defendiendo no
renunciaba al ataque, ni mucho menos. Visto que el Valencia era incapaz de
imponer un juego más colectivo, sus dos principales recursos fueron: a) el
balón en largo a su delantero Ferrán Giner (9) para que la aguante y deje de cara a los
que se incorporan o intente la jugada individual; y b) los movimientos entre
líneas de Óscar Doménech (7), capaz de cualquier genialidad. El choque de titanes entre
el delantero referencia valencianista y el central del Lanzarote Agoney ortega (4) fue
colosal, donde el futbolista del
Lanzarote salió bastante bien parado. Por su parte, como he mencionado con
anterioridad, en el Lanzarote atacaban y defendían todos, y muy importante me
parece, evitaban pérdidas de balón: tenían la misión de acabar la jugada para
que no les cogieran al contraataque, aunque fuera de un disparo lejano. En
cambio, ellos sí que cogieron a los valencianistas en varias contras; tuvieron unos
contra unos en donde el portero Carlos Pérez (13) evitó el gol. No consiguió marcar Aarón Anyelo Cruz
(10) del Lanzarote, que también lo probó con una bellísima vaselina desde
prácticamente el centro del campo. También pudieron anotar a balón parado.
Llegó el descanso y el Valencia respiró aliviado.
La tónica de la segunda parte fue similar, si bien Ferrán Giner (9) ganó algunos
duelos individuales. Decidió el entrenador valencianista meter toda la “carne
en el asador” y dio entrada a Ferhat Cogalán (14), retrasando a Óscar Doménech (7), que jugó como
mediocentro. Para mí, estos dos son los jugadores más técnicos y decisivos del
equipo. Siguieron compitiendo con gran intensidad, las contras eran un martirio
para el equipo che. En cambio la presencia de Cogalán por parte valencianista se notó, ya que
se veía que era capaz de regatear a los rivales y cada vez que la agarraba
transmitía sensación de peligro. Era ahora otro de los recursos de los che: la
jugada individual del chaval. El gol de la victoria valencianista llegó merced a la épica: el central Borja Martí (4) recuperó el balón en zona
defensiva y se incorporó como un cohete arriba, se la pasó a Ferrán Giner (9) que disparó
escorado a banda derecha, y el propio Martí remachó el despeje del portero del Lanzarote. Puede
que los isleños notaran algo el cansancio después de tanta intensidad; aunque
siguieron intentándolo con convicción, no pudieron voltear el resultado. Este
tipo de juego, de rivalidad bien entendida, es decir, dándolo todo pero de forma limpia, es también
un placer para el aficionado. Creo que no se puede poner ningún pero a las
actuaciones de ambos conjuntos.
INTERNAZIONALE-BARCELONA
El juego físico del Inter fue demasiado, también, para el Barcelona. Desde el
comienzo el Inter consiguió imponer su forma de jugar (que se basa
principalmente en el apabullamiento físico), tanto es así que logró que se
viera un desdibujado Barcelona, que en ningún momento pudo hacer su juego de
toque, toque, toque (a veces excesivo) hasta encontrar el hueco. No tuvieron la
posesión del esférico y fueron siempre a remolque, aunque tuvieron una ocasión
para adelantarse: en un trallazo desde lejos de Albert Garrido (8) que pegó en el
larguero. Poco después llegaría el único y definitivo tanto del encuentro, por
parte de los italianos: en un trallazo desde fuera del área de Aboubacar Sakho (8) en el
lanzamiento de una falta. Lo cierto es que el ritmo no cambiaría en el
transcurso del encuentro: un ritmo cortado, con el juego trabado, sin jugadas
colectivas, con mucho choque (donde solían salir vencedores los jugadores del
Inter). De hecho los italianos dispusieron de las oportunidades más claras para
ampliar el marcador. Hubo esfuerzo por parte de ambos conjuntos, aunque en la
batalla físico vs técnica pura, a estas edades, se impuso la primera.
Podríamos
reflexionar sobre la conveniencia de venir a torneos de estas edades con
jugadores muy superiores físicamente, y que en principio no cuentan con grandes
cualidades técnicas para hacer carrera en un futuro –no obstante, el fútbol
profesional está lleno de ejemplos de jugadores que son portentos físicos pero
no un dechado de técnica con balón-. Y siguiendo con las reflexiones, también
se podría debatir sobre lo difícil que es competir frente a la superioridad
técnica, que depende en gran medida de los presupuestos de los clubes.
SEMIFINALES
OPORTO-CELTA (se encargó Miguel R.)
VALENCIA-INTERNAZIONALE
El fútbol, como la vida, es muchas veces claramente injusto. Que la justicia es
muy subjetiva y puñetera se demuestra con partidos como éste, donde el Valencia
fue aplastantemente superior a su rival, y en cambio, en cinco minutos de
“relajación” se va todo por el traste. En realidad no todo, porque el encuentro
finalizó en empate (2-2) y fue en la muerte súbita de los penaltis, que muchos
dicen que son una lotería, donde el Inter estuvo más acertado. El partido se
jugó al ritmo que quiso el equipo che; los jugadores del Inter ni la olían ni
inquietaban. Muy interesante la batalla particular librada entre el grandullón
delantero valencianista Ferrán Giner (9) y el fortachón central del Inter Oluwa
Guedegbe (4); se puede afirmar sin riesgo a equivocarse que ganó Giner. Lograba
controlar de espaldas cada pelota que iba dirigida hacia él, y después de eso
ya decidía hacer lo que creía más conveniente para su equipo. Salió el Valencia
con toda la dinamita, dispuesto a arrollar, ya que aparte de Giner se
encontraban sobre el césped el hábil y técnico Ferhat Cogalán (14) haciendo de
mediapunta, y especialmente, el asombroso Óscar Doménech (7) como mediocentro muy
dinámico. El Valencia jugaba al ritmo de Doménech, lo que es una magnífica
señal para los che: comandante de operaciones que con su técnica, visión y
lectura del juego le bastaba para imponerse al juego físico de los italianos.
Básicamente hacía lo que quería. Las aproximaciones eran continuas, también llegaron
varias oportunidades de gol. El único recurso que era capaz de utilizar el Inter
–encerrado en su propio área- eran los contragolpes aprovechando la zancada de
sus futbolistas. Una variante táctica
che que me pareció especialmente importante, que se pronunció al dar
descanso al delantero Giner, es que el equipo jugó muy abierto cuando le tocaba
salir con la pelota: el central Borja Martí (4) se abría a banda derecha,
Doménech (7) caía a la banda izquierda (en los picos del área), después uno se colocaba en el centro
del campo, mientras dos se posicionaban como
extremos pegados a banda y el delantero ocupaba el centro. ¿Qué conseguían de
esta forma? a) Crear espacios (por muy grande que fueran los jugadores del
Inter, al ensanchar el campo les cuesta mucho más llegar para la recuperación de
los balones); y b) asegurarse una salida limpia y controlada de balón (ya que
tanto Martí como Doménech son muy fiables en ello). No obstante se llegaría al
descanso con empate sin goles.
En la segunda mitad el Valencia salió al campo
con la misma actitud de ser aguerridos y no mostrar complejos, de hacerse con
el dominio de la pelota y de los espacios:
una conducción y posterior pase de Doménech hacia Giner, que recibió de
espaldas y después se giró, se convirtió en penalti (algo riguroso, a mi
entender). Doménech lo lanzó y no erró.
Poco después, a la salida de un córner provocado nuevamente por el
delantero Giner, recibió Doménech en el pico izquierdo del área, la puso rasita
en el área hacia el segundo palo y Mario Sesé (5) anotó el 2-0 al rematar de primeras. El Inter sólo inquietaba mediante trallazos
lejanos. Aunque conforme avanzaba la
segunda mitad quizá los jugadores che iban notando el cansancio colectivo, y
los italianos recortaron distancias en una bonita jugada colectiva que se
encargó de remachar Aboubacar Sakho (8). Enseguida, el mismo futbolista fue el
encargado de poner las tablas en el marcador mediante un chut imparable. Dos
latigazos de los italianos, completamente superados, fueron suficientes para
salvar el cuello. Con este resultado se acabó el partido. Ya en los penaltis,
los chavales del equipo milanés estuvieron más acertados, y por añadidura, se
clasificaron para la final.
FINAL
CELTA-INTERNAZIONALE
Lamentablemente, poca historia hubo en la final, siendo los italianos claramente
superiores. Una de las mayores virtudes, a mi juicio, de este Celta, es que
hacía que sus rivales parecieran peores de lo que en realidad son, y esto era
en gran medida debido a la “telaraña defensiva” en la que introducían a sus
rivales, que ciertamente se veían con muchos problemas para traspasarla. Las
primeras oportunidades del partido fueron a cargo de los vigueses,
especialmente recuerdo un disparo lejano de Anwar Mediero (8) que despejó Filip
Stankovic (1). El Celta salió al campo como siempre, tácticamente muy bien
posicionados y sin renunciar al ataque, especialmente vía transiciones rápidas
o balones en largo. Pero prácticamente en la segunda ocasión que tuvieron los
italianos marcaron, gol conseguido por Aboubacar Sakho (8) con un disparo desde
fuera del área. El conjunto italiano fue todo un especialista en los goles
desde fuera del área: no necesitaba jugar bien o dominar, iba sobrado con los
chuts lejanos, debido a la potencia de los jugadores de que disponía. El juego
era trabado, y en estas circunstancias, los de Milán parecían encontrarse mucho
más cómodos sobre el césped. Selomon
Mangiarotti (10) conseguiría el segundo tras una buena jugada individual. A
partir de este momento se terminó definitivamente el partido. No en sí, porque
quedaban muchos minutos por jugar, pero sí la emoción que hace que el
aficionado vibre. Llegarían más ocasiones del Inter aunque la primera parte
finalizó con 0-2.
En la segunda parte el Celta siguió intentándolo aunque se mostró incapaz de
llegar a los últimos metros; en un contraataque de nuevo Mangiarotti (10) marcó para el Inter. Poco después marcó
Alejandro Vila (15) para el Celta llegando desde la banda izquierda. No
obstante, las ocasiones más claras eran del Inter, tanto es así que sería capaz
de anotar dos tantos más: nuevamente Mangiarotti (10), con disparo desde fuera
del área tras saque de esquina, y Michele Schieppati (13) en una rápida
transición tras robo de balón. Con este resultado terminó el partido.
No queda otra que felicitar a los campeones, aunque a uno personalmente, le
queda un sabor agridulce: sabedor que probablemente no fueron los mejores y
que se impusieron aprovechando su superioridad física, y relacionado con lo
anterior, la violencia y fuerza de sus disparos lejanos.
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