No deberían estar descontentos, ni mucho menos, los realistas por la ambición en el planteamiento de la Real Sociedad, que quiso derrotar al Valencia con unas armas dignas de alabanza. Mientras les duró la gasolina. 25 minutos. 25 minutos iniciales de fútbol con mayúsuculas por parte de sendos conjuntos, después la balanza y el dominio se decantó claramente por los che. Me gustó especialmente lo juntas que permanecían las líneas de defensa y centro del campo (4-4), con defensa muy adelantada, aunque el portero dellos Rulli sufría el síndrome del área pequeña que a tantos de su misma demarcación aqueja. También me encantó comprobar cómo lograron superar en esos instantes la fuerte presión valencianista, queriendo balón y sin perderlo, llegando; aunque a partir de una táctica curiosa: balón en largo del portero y defensa muy adelantada. De hecho la primera gran aproximación del partido se produjo en el bando vascuence, aprovechando uno de los grandes defectos defensivos del Valencia, balones en largo a la espalda de los defensas (en parte propiciado por la distancia entre las líneas de pressing y defensiva), en este caso Mustafi.
Los primeros minutos del encuentro fueron una batalla táctica importante. Una partida de ajedrez en la que en minutos venideros se impuso con claridad el Valencia. Y qué gozada. Y es que plantear un juego de tú a tú en Mestalla suele pagarse caro, como en su día el Málaga pudo atestiguar. Vimos de nuevo a un estratósferico Parejo: liderando, mandando, creando, llegando, distribuyendo; aprovechando los espacios que creaban los estiletes móviles en banda (Piatti, Feghouli); siendo el primero en presionar la salida del rival (a Negredo se le excluye de esta labor) aprovechando la omnipresencia de Enzo y la sapiencia táctica de Fuego más el rigor defensivo de Feghouli y Piatti; descolgándose a la zona de mediapunta. Como estratosférico es el empeño y el sacrificio de Piatti, el nene de los huevos de oro, que hizo los dos goles y fue justamente ovacionado. Vimos también un fenomenal entendimiento en bandas: Gayà-Piatti y Barragán-Feghouli se entienden, se complementan, se ayudan; juegan al fútbol sin ir de estrellitas. No quisera olvidarme de Fuego, que esta vez ejerciendo sólo de pivote, volvió a aprobar con nota. O del despliegue e intensidad de Enzo. Lo sencillo y bonito que puede ser el fútbol. Esto es fútbol.
(Ojalá se mantuviera un nivel similar de activación, concentración, motivación, etc. en los partidos a domicilio).
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